El aclamado director y compositor alemán, concibió a la orquesta como un instrumento y representó junto a Gustav Mahler el resurgimiento del romanticismo tardío.
Nacido en 1864 en Múnich, en el seno de una familia de la alta nobleza de Baviera, Richard Strauss mostró su espectacular talento musical desde muy temprana edad. A los tres años comenzó a tocar piano y a los seis años compuso su primera partitura.
A los 21 años se inició en la profesión de músico con un puesto como director asistente de Hans von Bülow en la orquesta de Meiningen, a quien sucedería como director tras su dimisión en 1885. El periodo hasta 1887 la obra de Strauss denota una clara influencia de los clásicos y románticos. De esta época son sus “Poemas sonoros” y la fantasía “Aus Italien”.
El éxito de sus obras “Don Juan”, “Así habló Zaratustra”, el poema sinfónico “Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel”, consagran a Strauss como uno de los compositores más importantes del momento, con gran prestigio a nivel internacional.
En 1894 Strauss se casó con la soprano Pauline de Ahna, quien fue una gran fuente de inspiración para él y con la que estuvo felizmente unido durante toda su vida.
La llegada del nuevo siglo fue escenario de su meteórico ascenso y la ciudad de Dresde, la cuna de sus óperas. Allí estrenó de 1901 a 1911 cuatro de ellas: ”Feuersnot (Necesidad de fuego)”, “Salomé”, “Electra” y “El caballero de la rosa”.
Aunque Strauss no era antisemita, su contradictoria relación con el nazismo motivó que apenas se realizaran celebraciones durante su centenario en plena guerra fría. Este año, sin embargo, se han programado en numerosas ciudades alemanas y del resto del mundo algunas de sus óperas más conocidas.